jueves, 26 de abril de 2007

LA CIGÜEÑA da una lección.

La cigüeña (sobre todo la variedad común) significa “leal; de bondad amorosa”. Tal designación es permitente, pues a diferencia de la mayoría de las aves, la cigüeña común permanece de por vida junto a si pareja. Todos los años, después de pasar el invierno en las regiones cálidas, regresan la mayoría de las cigüeñas, por lo general al nido que ocuparon antes.

Su conducta instintiva constituye también en otros sentidos una magnífica ilustración de lo que es ser leal. Tanto el macho como la hembra incuban y alimentan a los polluelos.

En su función de padres, las cigüeñas son excepcionalmente fieles. Al electrocutarse en Alemania un macho que dio contra unos cables de alta tensión, su pareja siguió empollando sola tres días más, durante los cuales abandonó brevemente el nido en una única ocasión a fin de buscar comida. En otro caso, una hembra fue abatida de un disparo, y el padre asumió la crianza.

Desde luego, la cigüeña hace honor al significado de su nombre hebreo (“leal”), pues muestra instintivamente fidelidad a su única pareja y cuida con ternura a sus pequeños, de modo que puede servir de contundente a las personas descarriadas e infieles.

Para muchas personas, la lealtad y la fidelidad son conceptos anticuados, sin duda admirables, pero poco prácticos. El auge del divorcio y el abandono del hogar, así como la malversación de fondos y otros tipos de engaño, demuestran que ya no se estiman estas cualidades. En cambio concedo gran valor a la fidelidad que nace del amor y la bondad.

De hecho exhorto a todas las personas a “vestirse de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad”. Gracia a esta nueva personalidad podemos demostrar lealtad, y así imitar a la fiel cigüeña.

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